Mucho escuchamos esto de "los terribles 2". Con gracia y susto las mamás y papás tratamos de entender de qué trata y estar lo mejor preparados posible, sin embargo, ¿para quién es realmente "terrible"? para los niños que ya van dejando de ser bebés pero igual se enfrentan a un mundo totalmente adultocentrista en el que se les exige comportarse como adultos o para la sociedad que esta deconectada de sus instintos, desconectada de sus niñas/os internos, con poca o nula gestión y conocimiento de emociones y sentimientos...
Es totalmente cierto que al rededor de los 2 años hay muchos cambios en el cerebro pero, no vamos a engañarnos y decir que esto solo pasa a esa edad cuando lo cierto es que desde antes de nacer y hasta al rededor de los 25 y 30 años el cerebro madura de forma progresiva y hasta al rededor de los 40 algunas conexiones neuronales siguen optimizándose.
¿Al rededor de la llegada de los dos años qué es lo que pasa entonces? Neurológicamente hablando, se desarrolla la corteza prefrontal, la amigdala se activa mucho más y las conexiones menos utilizadas se eliminan y las más usadas se fortalecen. Todo esto se traduce en impulsividad, cambios repentinos y bruscos de humor, reacciones intensas a casi cualquier situación, necesidad de independencia y autonomía, aumentar la eficiencia al realizar ciertas actividades y exploración de límites. ¡Que maravillosos son los dos años!
Cuando entendemos todo lo increíble que está pasando en el interior del niño, nos rendimos ante la maravilla del cuerpo y comportamiento humano y empezamos a asimilar de manera diferente esta etapa ¡pero no por eso deja de ser retadora!
Claramente todas esas cosas que están pasando en el interior de nuestro bebé grande implican que pasen otras cosas relacionadas, por ejemplo, la necesidad de independencia los lleva a querer hacer cosas por si mismos para las que no estan listos, lo cuál los lleva a la frustración y sumado a la intensa actividad de la amigdala que genera esos intensos cambios de humor, llega la temida pataleta o rabieta, que no es más que un desborde emocional justificado dentro de sus pequeños enormes mundos.
Entonces, ¿para quién es realmente terrible los dos años?
No es mi intención responder esa pregunta en este espacio, solo informar y llevar a cada quién a la reflexión. Somos adultos con muy poca inteligencia emocional, desde pequeños nos han presionado para crecer rápido, para reprimir lo que sentimos, para "portarnos bien", lo cual en la enorme mayoria de los casos significa "no molestar a los adultos", cuando lo cierto es que un niño que no tenga desbordes emocionales, que no rete, que no se frustre, que no pruebe los límites, que siempre este calmado y tranquilo, no es un niño que "se porta bien" es un niño tal vez muy reprimido, un niño que tal vez merece la pena evaluar neurológicamente, tal vez un niño cuyo cerebro ha sido adormecido con pantallas u otros medios para que encaje en lo que nosotros queramos, tal vez un niño con alguna condición o, incluso, algún tipo de trauma.
Cada niño, como individuo que es, merece ser abordado, observado y tratado de forma única, no meter a todos dentro del mismo saco de "terrible" o de "bien portado", es nuestro deber y compromiso como madres y padres adultos trabajar en nosotros mismos, en nuestro propio manejo de la frustración, en nuestra propia gestión emocional, sin ser tan duros con nosotros mismos, entendiendo que incluso tal vez nuestro cerebro ha estado sufriendo cambios muy importantes por nuestra edad y por la llegada del bebé, entendiendo que también fuimos niños y niñas tildados de "terribles" o "tremendos" y profundamente reprimidos sin que nadie nos acompañara ni enseñara a vivir nuestros desbordes y por eso, aún en la adultez, no sabemos como gestionarlos.
Los dos años son una prueba de la perfección del cuerpo humano y su desarrollo.
¡Aquí estoy para acompañarte también en esta etapa! no estas sola.